Filandón de presentación del IV Festival Folk de Cabreira

29 junio, 2007

Mañana sábado 30 de junio, a las 21:30 se presentará la cuarta edición del Festival Celta de Cabreira 2007 en el Bar Folk Lusitania, situado en la calle Virgen de Velilla (LEÓN). Actuará el duo TARNA y finalizará con un Filandón, o como se llama en Cabrera, un serano.

El festival sigue fiel a sus comienzos. Tres días de música tradicional en un paisaje tan singular como el que ofrece Cabrera. De los sonidos más tradicionales al folk más contemporáneo. Este año, el festival se traslada a Valdavido (Truchas) y celebrará un fin de semana repleto de sonidos celtas, el 16, 17 y 18 de agosto. "Por cuarto año consecutivo, lucharemos para mantener nuestra cultura y nuestras raíces. Queremos seguir creciendo", afirman desde la organización.

Las novedades irán apareciendo en la web www.festivaldecabreira.es.vg

Os advierto que habrá un representante de la Casa de León de Méjico; es un chico que se llama Enrique Suárez, y he tenido la fortuna de haberlo conocido hoy. Si alguien le deja una gaita, nos deleitará con alguna canción de la tierra (leonesa).

LA PERSONALIDAD DE LOS PUEBLOS DE LA CORONA LEONESA SEGÚN LAS CRÓNICAS MEDIEVALES (I)

19 junio, 2007

A lo largo de la lectura de las distintas crónicas medievales me he ido encontrando pasajes en los que se describe la presunta mentalidad de los pueblos de los distintos territorios de la Corona de León. Y digo “presunta” porque, por supuesto, son opiniones personales del autor de cada crónica, aunque muy posiblemente estas opiniones eran la “vox populi” entre sus paisanos. Es decir, que el origen geográfico o el entorno social de los “historiadores” será determinante.

orona Leonesa:
Aunque ya lo he repetido en varios artículos, por lo general estuvo compuesta por los reinos de León, Galicia, Asturias y Castilla, y por el territorio de la Extremadura (entendida en un sentido amplio como todas las regiones situadas al sur del Duero). A continuación os expongo por origen geográfico las referencias que me he encontrado sobre el carácter de cada pueblo. Que conste que tan sólo reflejo referencias puntuales que me he encontrado, y que por una u otra razón, he apuntado en mis cuadernos de notas.


Gallegos y leoneses

En ocasiones vienen citados juntos, sobre todo cuando el autor de la crónica es castellano. Así en la Historia de los Hechos de España, de Rodrigo Jiménez de Rada, se dice: “(..) y caer al amanecer sobre los leoneses y los gallegos, que estarían desprevenidos, pues aquellas gentes solían pavonearse y ridiculizar a los demás en los momentos de triunfo, y lanzar graves amenazas en los de derrota”. Tan sólo recordar que el autor es de origen navarro, si bien estuvo al servicio de Fernando III.


Las opiniones sobre los gallegos son fáciles de encontrar en la Historia Compostelana, si bien no suelen ser todo lo positivas que cabría esperar. Por ejemplo, se dice: “Pues los gallegos tienen por costumbre el chisme y el dejar caer en los oídos de los príncipes unas veces verdades, otras mentiras” (pág. 251).


“Los hombres de Galicia son chaqueteros y seguidores de la fortuna” (pág. 256).


“Pero, ¿para qué referirse a las costumbres de la mayoría de los gallegos? Son compañeros de la fortuna, se crecen en la prosperidad, en la adversidad se quiebran, un leve soplo los conduce a cualquier parte, consideran la mayor libertad cambiar de señores y rebelarse contra los suyos; siguen al dinero, no a la justicia, y para ellos es pecado que cada uno se contente con lo suyo; están siempre dispuestos a murmurar algo nuevo en los oídos de los poderosos, a criticar y denigrar a sus señores y a sus amigos; el arte de la adulación es bien conocido por ellos; aman el perjurio y la traición.” Aunque el autor añade a continuación: “Pero quisiera haber dicho estas cosas sin ofender a los buenos gallegos”. Según la traductora y editora, esta frase podría ser una interpolación de algún escribano gallego escandalizado por el pasaje anterior. De hecho, el texto continúa así: “Por lo demás, si insistiese en narrar tales costumbres, antes se acabaría el día que la materia” (pág. 256).


Otro pasaje: “(…) algunos que ya habían abandonado al rey niño [Alfonso VII] y se habían pasado a la reina [Urraca], costumbre propia de Galicia” (pág. 257).


“Los gallegos, seguidores como he dicho más arriba de la fortuna (…)” (pág. 258).


“El obispo, porque conocía las costumbre de algunos gallegos, los había unido a sí por medio de un juramento” (pág. 263).


“Oh nefanda traición de Galicia! Aquellos a los que el obispo consideraba muy íntimos, quienes comían con él al mismo tiempo, éstos deseaban con todo su corazón aniquilarle” (pág. 265).


“¡Oh pérfida fidelidad gallega!” (pág. 280).


“Pues hay muchos que se complacen en dañar a otros, aunque no les aproveche a ellos, para impedir el beneficio de los otros. Especialmente lo hacen los gallegos” (pág. 305).


“Pues la gente gallega ansía saber las decisiones secretas de este tipo y pocos entre ellos son los que guardan fielmente lo que se les confía”. (pág. 331).


“Pero ¿quién hay en Galicia amante de la verdad y de lo sagrado? ¿Quién hay allí seguidor de la justicia y de las otras virtudes? Pues allí casi todos, compañeros de la fortuna, siguen lo contrario de las virtudes, pocos son los considerados fieles: No hay nadie que haga el bien, ni uno siquiera (pág. 360).


¿Cómo es posible que en una de las principales obras de la cronística gallega aparezcan estos comentarios tan sumamente desfavorables hacia los gallegos? Pues sencillamente porque esta parte de la Historia Compostelana parece estar compuesta por Giraldo, el eclesiástico de origen francés. Pero en el resto de la obra hay multitud de alabanzas hacia los gallegos: de ellos se dice que “eran valientes en la guerra” (pág.202), y se los suele ensalzar en las hazaña guerreras y en la defensa de la causa de Alfonso VII.


Curiosamente, el Poema de Almería, incluido en la Chronica Adefonsi Imperatoris, al describir el ejército gallego no hace referencia a la idiosincrasia ni a la personalidad de estas gentes (cosa que sí hace con otros ejércitos): tan sólo destaca su número.


El Codex Calixtinus, la guía medieval del Camino de Santiago escrita por el francés Aymeric Picaud, dice que "los gallegos son el pueblo que, entre los demás pueblos incultos de Hispania, más se asemejan a nuestra nación gala, si no fuera porque son muy iracundos y litigiosos". No es descartable que el autor englobe a los leoneses dentro de los gallegos, ya que los pueblos a los que describe anteriormente son los castellanos y los hombres de Tierra de Campos, y aparentemente se salta a los de León.

DESMAYO EN EL AYUNTAMIENTO DE LEÓN

16 junio, 2007

A las 10:20 grabé este vídeo en el Pleno de constitución del nuevo Ayuntamiento de León.



Tenéis la noticia en Reportero Digital León. Yo estaba grabando a Francisco Fernández, quien juraba su cargo como concejal de la corporación municipal, justo antes de que se procediera a la votación que le nombraría alcalde. Había llegado un pelín tarde al Ayuntamiento viejo, por lo que tuve que conformarme con ponerme de frente a los que componían la mesa que controlaba la votación y los nombramientos, pero tenía de espaldas a los políticos que iban saliendo. Todos los demás medios tuvieron más suerte, y podían grabar en la situación inversa, por lo que me imagino que fui el único que pude registrar la escena de frente.

La concejala María Rodríguez García (del PSOE, a la derecha en la imagen), que es la más joven dentro de la nueva corporación, sufrió un desvanecimiento durante la jura de Francisco Fernández, pero, como yo estaba concentrado en grabar a éste último, no me di ni cuenta de lo que había pasado. Al final me enteré por el revuelo que se montó entre los asistentes más próximos, y después pude comprobar que toda la escena del desmayo había quedado grabada en mi cámara.

Tras ser atendida por sus compañeros y asistentes, el pleno de investidura prosiguió con normalidad. Antes de sufrir su desvanecimiento la concejala tuvo un ligero lapsus jurando su cargo "como alcalde" y no como "concejala". Instantes después se desvaneció. El público, comprensivo en estos momentos de tensión, ovacionó a María Rodríguez después de que ésta se recuperara.

El vídeo lo tengo en una calidad muchísimo mayor de la que ofrece YouTube, y así es más gracioso, porque se aprecian mucho mejor los detalles. Toda la escena me ha parecido muy simpática, porque al final fue un susto sin importancia, y por eso he querido compartirlo con los lectores de "Corazón de León".

EL REINO DE LEÓN A MEDIADOS DEL SIGLO XVI SEGÚN AMBROSIO DE MORALES

12 junio, 2007

Hace poco he estado consultando un libro de Ambrosio de Morales, un polifacético humanista del siglo XVI que en 1572 realizó un viaje por distintos reinos del norte de España por mandato de Felipe II. La obra se titula, precisamente, “Viage de Ambrosio de Morales por orden del Rey D. Phelippe II a los Reynos de León, y Galicia y Principado de Asturias para reconocer las reliquias de santos, sepulcros reales y libros manuscritos”, aunque la que he manejado ha sido una edición facsímil de la edición que realizó a su vez el Padre Enrique Flórez en 1765.

Me interesaba hojear este libro por varias razones: en primer lugar, para comprobar qué se entendía por “Reino de León” a mediados del siglo XVI. Y en segundo, sencillamente por si encontraba alguna referencia interesante acerca de León.

Como ya hemos dicho, Ambrosio de Morales escribió este libro por orden de Felipe II, y el autor se toma la molestia de transcribir la real cédula en la que se le transmite el mandato de ir “a las Iglesias y monasterios de los nuestros Reynos de León, Galicia y Principado de Asturias”.

El Índice de la obra divide en territorios las zonas que visitó el erudito, si bien de una forma bastante imprecisa, ya que sigue el orden del viaje, por lo que comienza en el “Reino de León” (el autor salió de Alcalá de Henares), sigue por el “Principado de Asturias”, recorre el “Reino de Galicia”, y regresa por el Bierzo, Astorga, Sanabria y Zamora, aunque no engloba estas localidades bajo ningún epígrafe geográfico. En todo caso, como veremos, a estos últimos los considera territorio del Reino de León.

Estas son las localidades que visitó Ambrosio de Morales en su primera visita al “Reino de León”: Valladolid, Palazuelos, San Isidoro de Dueñas, Villa-Muriel, Palencia, Colegial de Husillos, Santa Cruz de Husillos, Frómista, San Zoil de Carrión, Benevivere, La Vega, Sahagún, San Pedro de Eslonza, Sandoval, León, San Miguel de Escalada, San Toribio de Liébana, Piasca, Naronzo (creo que este nombre lo copié mal), Celorio y San Antolín.

A éstas podríamos añadir las localidades que cita Ambrosio después de visitar Asturias y Galicia: Villafranca del Bierzo, Carracedo, San Andrés de Espinareda, Ponferrada, San Pedro de Montes, Compludo, Astorga, San Martín de Castañeda, Nogales, Benavides, Moreruela, Zamora, Valparaíso, La Espina, Bueso, San Mancio, Matallana, Bamba, Aniago y La Mejorada. Algunas de estas últimas poblaciones se encuentran en la actual provincia de Valladolid.

Como vemos, en el siglo XVI se considera que, ya sea en parte o bien por entero, las actuales provincias de Valladolid, Palencia, León y Zamora pertenecían al Reino de León. En todo caso, nos quedamos sin saber la adscripción de Salamanca, ya que Ambrosio de Morales no pasa por esa provincia, pero si observamos con detenimiento el mapa de la misma época que incluyo al final de la entrada, veremos que en su mayor parte también estaba considerada leonesa, exceptuando una estrecha franja del sur.

En cuanto al Bierzo, éste recibe un tratamiento especial dentro del libro de Ambrosio de Morales. Veamos cómo lo define el propio autor: “El Vierzo es una Región que cae entre Galicia y el Reino de León, y está encerrada entre los dos Puertos de Rabanal acia Castilla, y el Cebrero acia Galicia”. Pero, curiosamente, hacia el final de la obra, cuando hace el recuento de los cuerpos de santos enterrados en los diferentes reinos que ha visitado, concluye diciendo lo siguiente: “También cuento por de Galicia á S. Pedro de Montes, Monasterio de Benitos, aunque es en el Vierzo, que ya es del Reyno de León”. Probablemente hace esta mención tan extraña porque Galicia ocupa el último lugar en este recuento, y anteriormente se le olvidó incluir a este monasterio en el Reino de León. Y es que toda la obra rezuma cierta improvisación y desestructuración, como si Ambrosio hubiera tenido mucha prisa en acabarla.

Como hemos dicho, este recuento de cuerpos santos lo hace agrupándolos por reinos. En el de León, incluye los que se encuentran en León, Sahagún, S. Zoyl de Carrión (Palencia), Villanueva de San Mancio (Valladolid), y Zamora, además del mencionado Monasterio de San Pedro de Montes, que aparece al final del recuento de Galicia.

Como curiosidades anecdóticas, señalaré que de la iglesia de San Marcelo de León dice que la llaman “corruptamente” San Marciel, nombre que aparece en algunos documentos medievales en leonés de San Isidoro; y que al hablar de la tumba de Alfonso VI en Sahagún describe el sarcófago de la siguiente manera: “En medio de la Capilla mayor está enterrado el Rey D. Alonso el VI con harta magestad de sepultura, sobre Leones grandes de alabastro”.

Resulta muy interesante el listado de tumbas regias de San Isidoro de León, porque lo hizo mucho antes de que los franceses devastaran el Panteón. Podéis ver la lista en este archivo PDF. Por cierto, uno de los sarcófagos pertenecía al cadáver de Sancho Garcés III, y una inscripción narraba cómo lo había trasladado su hijo Fernando I desde Oña.


Hispania en la década de los 70 del s. XVI

ALGUNAS CURIOSIDADES DE LA "HISTORIA COMPOSTELANA"

31 mayo, 2007

Ya que el último "Punto de Lectura" ha tratado acerca de esta crónica medieval, os expondré algunas de las muchas curiosidades que me he encontrado en ella.
  • Sobre la lengua. Hay varias referencias de las que se deduce que la lengua que se hablaba en Galicia ya no era el latín. Por ejemplo, en la página 73 de la edición que comenté en el Punto de Lectura, el autor dice "su mayordomo le sirvió (...) en una escudilla de plata uno de los intestinos de aquella vaca que en gallego se llaman "callos" [duplicia pone en el original latino]" Y en la página 78 se dice textualmente: "...la tierra que en nuestra lengua se llama Montaos": el primer autor de la Historia Compostelana es Nuño Alfonso, de probable origen gallego. Es muy reveladora la expresión "en nuestra lengua", porque indica que el autor es consciente de que habla una lengua "propia" diferente del latín. En el mismo sentido, en la página 137 se afirma que "...el propio obispo compostelano y en presencia del rey y de todo el concilio, personalmente y en latín, presentó querella". Si se especifica "y en latín", ello quiere decir que no era la lengua que Diego Gelmírez utilizaba normalmente. Una cosa muy similar ocurre en la página 145, cuando se dice que "presentó en latín ante el Papa una querella". Para finalizar, hay un pasaje donde se habla del euskera (pág. 337): "...un indígena, que conocía la lengua de los vascos...".

  • Sobre las Cruzadas. Ya que el primer Punto de Lectura trataba sobre ellas, comentaré alguna de las referencias que aparecen en la Historia Compostelana. En una carta enviada por el Papa Pascual II (1099-1118) al rey leonés Alfonso VI (1065-1109), el romano pontífice dice "Por ello, velando por tu reino y por las fronteras de tus aliados, hemos prohibido que vuestros soldados, a los cuales hemos visto, vayan a Jerusalén" (pág. 88). Según la traductora (E. Falque), no se puede descartar la traducción "vuestros soldados, por los que nos preocupamos, vayan a Jerusalén". En todo caso, demuestra que Alfonso VI estuvo interesado en las Cruzadas, a pesar de tener a los musulmanes al lado de casa. En el mismo sentido hay otra carta del mismo Papa en la que se afirma "prohibimos a los soldados y a los clérigos de vuestra región que, para ir a Jerusalén, se atrevan a bandonar su iglesia y su provincia, que con tabta frecuencia ataca la ferocidad de los almorávides" (pág. 89). Si Pascual II lo prohíbe, es señal de que había hispanos que lo hacían hasta esa época. Todo esto quedó reflejado en una bula (pág. 146) en la que también se prohíbe ir a Jerusalén a los súbditos de Alfonso VI.
  • Sobre las regiones del reino de Alfonso VII. En distintos momentos de la crónica se enumeran los pueblos de los dominios del Emperador. Aunque en ocasiones el cronista se olvida de algunos (los asturianos, por ejemplo, aparecen mencionados raras veces), en total, estos son los pueblos mencionados en la Historia Compostelana: gallegos, asturianos (a veces figuran como "astures"), leoneses, de Campos, castellanos, y extremeños. Estos últimos no coinciden con los pobladores de la actual Extremadura, sino que la crónica parece referirse a los habitantes al sur del Duero en general. Hay pasajes muy jugosos en los que se emiten opiniones muy subjetivas sobre el carácter de los gallegos y de los castellanos, pero eso lo dejo para un futuro articulín.
  • El límite entre Galicia y León. Se deduce que estaba en las cercanías del castillo de Santa María de Autares (Villafranca), ya que se dice que el dueño de esta fortaleza "podía impedir el paso a todos los que entraban en las montañas de Galicia a través de los desfiladeros de las montañas y los profundos valles" (pág. 218). Este límite viene a coincidir con el que se traza en el Codex Calixtinus.
  • Admiración por Alfonso VI. Uno de los autores dedica un pasaje entero a cantar las alabanzas de este rey leonés, que fue abuelo de Alfonso VII. Entre otras flores, se dice de él que "hostigó las espaldas de sus enemigos", y "se esforzó por construir iglesias". Aunque la mejor parte es en la que dice que "en el gobierno de sus súbditos, aunque era muy poderoso, fue de tanta discreción, sabiduría y humildad que si siquiera describirlo el ingenio humano, en vano podría. Pues no se complacía en su excepcional y elevada posición, sino que él mismo creía en la igualdad de la condición humana" (pág. 153). Me parece de lo mejor que se puede decir de un rey medieval, aunque es un rasgo que debieron compartir muchos de los reyes leoneses, ya que tiempo después, un heredero suyo (Alfonso IX), reunirá en Cortes a representantes elegidos del pueblo llano. Por otro lado, esta semblanza de Alfonso VI concuerda con la presentada en la Crónica Najerense.
  • Seguridad en los caminos. En la Historia Compostelana se describen varios viajes a Francia y a Roma, y de ellos se deduce que la parte peligrosa comenzaba al pasar Sahagún hacia el Este. Por ejemplo, en un pasaje se dice que "el camino de Sahagún hasta Burgos era bastante peligroso y estaba lleno de bandas de ladrones" (pág. 338).
  • Hay muchas otras curiosidades, como que a los sacerdotes les estaba permitido el matrimonio en Hispania antes de la introducción del rito romano, pero las dejaré para que las descubra el lector atento que se sienta atraído por esta Historia Compostelana.

PUNTO DE LECTURA (IV): "Historia Compostelana"

Hoy le toca el turno a la última crónica medieval que he leído. La "Historia Compostelana" es, precisamente, una de las crónicas medievales más atípicas que existen. En primer lugar, porque en lugar de centrarse en los reyes, toda la obra gira entorno a un único personaje: Diego Gelmírez, el obispo de Santiago de Compostela que llegó a conseguir el arzobispado para su sede en el año 1120.

De éste personaje ignoramos la fecha de su nacimiento, pero sabemos que antes de ser nombrado obispo (1 de julio del año 1100), tuvo un papel de cierta relevancia en la corte del rey leonés Alfonso VI (1065-1109), pero será con la reina Urraca (1109-1126) y con su sucesor, Alfonso VII (1126-1157) cuando este gallego cobre toda su importancia.

Pero volviendo a la "Historia Compostelana", otro de los rasgos que la convierte en atípica es su amenidad, ya que está narrada de una manera expositiva más acorde con nuestros gustos actuales que el resto de las, por lo general, áridas crónicas medievales. Se introducen pasajes narrativos, diálogos, discursos, etc. También introduce documentos que aumentan su valor histórico.

La obra fue escrita por gente del entorno de Gelmírez, por lo que no es de extrañar el tono hagiográfico y laudatorio que predomina en ciertas ocasiones, llegando en algunos momentos a extremos bastante llamativos (como cuando se intenta justificar el descarado latrocinio de reliquias portuguesas por parte del obispo).

Sabemos que la Historia tuvo varios autores: Nuño (o Munio) Alfonso; el arcediano Hugo, de origen francés; el maestro Giraldo (o Gerardo), oriundo también de Francia, o, al menos, de origen no gallego; un tal Pedro, del que no sabemos nada; y se sospecha que hubo un quinto autor desconocido. Curiosamente, a pesar de ejercer importantes cargos eclesiásticos en Galicia, algunos de ellos demuestran un profundo desprecio por los gallegos.

Como es lógico por la cantidad de autores, la Historia Compostelana se hizo de varias veces. Se sospecha que la comenzó a redactar Nuño Alfonso en el año 1107, y que se finalizó algo después de 1140, aunque la obra quedó inconclusa. Desgraciadamente, no nos ha llegado ninguna copia coetánea, y la primera de la que disponemos data del siglo XIII.

La edición que poseo es de Akal Ediciones, tiene 648 páginas, y ha sido traducida y anotada por Emma Falque, doctora en Filología Clásica por la Universidad de Sevilla, y profesora titular de Filología Latina. La traducción parece de buena calidad, si bien adolece de algunos defectines, como la parquedad en el uso de los signos de puntuación (da la impresión de que no conoce el uso del punto y coma ni los dos puntos), y como traducir "Hispania" como "España", o llamar "Viadangos" al lugar de una batalla en vez de Villadangos. También es un error que en ocasiones denomine "rey de Castilla" o "castellano" a Alfonso VII, pero es una equivocación harto extendida.

Como colofón, os recomendaría la lectura de esta obra si alguna vez queréis aproximaros a las crónicas medievales, porque su lenguaje ameno y directo la convierte en accesible para todo el mundo.

"EL LEÓN PASANTE"; MI OTRO BLOG

28 mayo, 2007

Se me había olvidado hablar de mi otro blog: se llama "El León Pasante", y lo tengo alojado en Periodista Digital. En él escribo los artículos más relacionados con política, y los que no quiero insertar en Corazón de León. Como muestra, os incluyo la última entrada, titulada "Impresiones post-electorales".

Una vez pasado el lío de las votaciones, avances informativos, escrutinios, etc., llega la hora del balance. Por supuesto, ningún partido reconocerá haber perdido (salvo, tal vez, Izquierda Unida), y, como siempre, todos habrán ganado. En el caso leonés, el panorama es de lo más variopinto: el PSOE saca mayoría simple en el ayuntamiento de la capital, y consigue empatar con el PP en número de diputados provinciales. Sin embargo, el PP afianza su mayoría absoluta en Ponferrada, y Silván logra mantener el número de procuradores de la anterior convocatoria. Pero me gustaría centrarme en el papel de la UPL.

A primera vista, podría decirse que son los ganadores: de los leonesistas depende quién gobierne en la ciudad de León y en la Diputación; y, seguramente, en el Consejo Comarcal del Bierzo, el Ayuntamiento de Astorga, y toda una constelación de municipios. Además, la UPL conserva sus dos procuradores en las Cortes autonómicas a pesar de la expulsión de Rodríguez de Francisco.

Sin embargo, hay un hecho que debería preocupar mucho a este partido: en las elecciones autonómicas han tenido 20.000 votos menos, lo que representa que ha perdido la confianza de más de un 30% de los votantes de la anterior convocatoria. Por suerte para ellos, la Ley D'Hont les permite conservar los mencionados dos procuradores, pero deberían reflexionar sobre las implicaciones de esa masiva pérdida de votos.

De esos 20.000 sufragios "fugados", tan sólo 3.000 corresponden a la provincia zamorana, donde al parecer varios ediles de la UPL se han pasado a otros partidos, y han arrastrado también los votos autonómicos consigo. Los 17.000 restantes los han perdido en la provincia de León.

Una cosa curiosa es que en la provincia leonesa la UPL sólo ha perdido un concejal respecto al total alcanzado en el 2003 (178 frente a 179), lo que parece indicar que en las anteriores elecciones hubo un importante número de personas que, a pesar de votar a otros partidos en los municipios, luego optaron por la UPL en las papeletas autonómicas. Eso no ha ocurrido en estas elecciones, y los dirigentes de la UPL deberían reflexionar sobre qué es lo que falla, porque es una dinámica que podría agravarse en futuras convocatorias.

PIRATAS DEL CARIBE 3: EL RIDÍCULO TOTAL

El sábado por la noche fui a ver con Tere y unos amigos la película "Piratas del Caribe 3", supongo que imaginando que la tercera parte podría remontar el bache que había supuesto la segunda. Y es que, qué le vamos a hacer, la primera parte me encandiló, y uno todavía cree en milagros.

Sin embargo, mis esperanzas fueron vanas (vanísimas). La película es un fiasco bajo todos los puntos de vista: un argumento ridículo y enrevesado, personajes que no llegan ni a la categoría de caricatura, supuestas situaciones cómicas que producen vergüenza ajena... Ni siquiera se salva la música, pues tiene partes que plagian descaradamente a la banda sonora de Gladiador.

La batalla naval del final seguramente haya provocado que Patrick O'Brian se revuelva en su tumba: la situación soñada por todo capitán de navío inglés (pasar entre dos barcos enemigos zumbando candela por ambos costados) se convierte en todo lo contrario: los dos barcos son los de los "buenos", y el que pasa por el medio es el malvado inglés, y el guionista (si es que existe y no es un mono atado a una máquina de escribir) lo refleja como una brillante maniobra de los protagonistas. Por supuesto, las balas de cañón de cada barco no atraviesan el navío inglés ni impactan en el otro barco de los buenos, sino que se volatilizan amablemente en el de los perros británicos para no dañar a los "protas". Y el imbécil del capitán inglés se queda sin capacidad de reacción y nadie hace nada, salvo morir a cámara lenta para que quede bonito. Pero en fin: son tantos los cientos de detalles execrables que no enumeraré más. Aunque dejo una pregunta en el aire para los que la han visto: ¿alguien puede explicarme a cuento de qué viene el rollo de la diosa Calypso? ¿Y los cangrejos estibadores del desierto? ¿Alguien sabe cuántos kilogramos de drogas se consumieron durante el rodaje de este bodrio?

Es la única vez en mi vida que he deseado salir de una sala de cine durante una proyección, aunque si no lo hice fue por respeto a mis acompañantes. Llegué a lamentar los 6 euros y los 150 minutos desperdiciados. Sin embargo, he de decir que a nuestros acompañantes no les disgustó, así que algo bueno tendrá la película...para algunos (también le ha gustado a gente del Internado) Pero lo que es para mí...

PD: El zurullo del cartel no es de verdad: es de chocolate

OTRA MAGNÍFICA INICIATIVA DE "LA ZORRERA" POR EL PATRIMONIO LEONÉS

Os transcribo sin más una encomiable iniciativa del blog "La Zorrera" que espero que tenga éxito y prospere, aunque ello dependerá de la colaboración de todos los internautas leoneses:

"mientras elaborabamos el mapa del Patrimonio Cultural Leonés en google earth se nos ocurrio la idea de abrir un nuevo apartado en el LeónWiki, donde aglutinar la información que sobre nuestros bienes podamos recabar.

Nació así el apartado Patrimonio Cultural Leonés, que poco a poco engordaremos con los castillos, zonas arqueológicas, monumentos, paisajes artísticos, parajes rupestres, … que siembran la geografía provincial."

Así que ya sabéis: a entrar y añadir el patrimonio de vuestro pueblo o ciudad, para así divulgarlo lo máximo posible.

ALFONSO VII, REY DE LEÓN Y EMPERADOR DE HISPANIA

20 mayo, 2007

Hoy mismo ha salido un artículo mío en las páginas centrales de la Revista del Diario de León con el mismo título que este post. Como nunca los sacan en la edición digital del periódico, os lo incluyo aquí para que podáis leerlo (sobre todo los leoneses en la diáspora). El dibujo es de mi amigo Jesús Ybarzábal, y la tabla cronológica es mía. A ver si os presta.

La problemática sucesión de Alfonso VI

A comienzos del siglo XII se suceden varios acontecimientos que marcarán el devenir del Reino de León. En primer lugar, en el año 1105 nace Alfonso Raimúndez, hijo de la infanta Urraca y de Raimundo de Borgoña. Aunque en un futuro a medio plazo este niño estaría llamado a ocupar el trono leonés, en aquel momento nada podía hacer prever tal acontecimiento, ya que el heredero era entonces su tío, el infante Sancho, único hijo varón de Alfonso VI. La infancia del Alfonso que nos ocupa tuvo que ser especialmente dura, ya que quedó huérfano de padre cuando sólo contaba tres o cuatro años. Poco después, su madre contrajo nuevo matrimonio con Alfonso I “El Batallador”, rey de Aragón y Navarra, pero esta unión, en lugar de estrechar los lazos entre las dos Coronas, se convirtió en una permanente fuente de conflictos que sumió en una grave crisis al reino leonés.

Por esa misma época, en el año 1108, ocurrió una gran desgracia que cambiaría el transcurso de los acontecimientos: en la batalla de Sagrajas Uclés, en medio de los combates, perdió la vida Sancho, el heredero del Reino. Alfonso VI, enfermo de dolor por tan gran pérdida, morirá poco después, siendo sucedido por su hija Urraca. No sabemos si en la mente del rey fallecido estaba la idea de que Alfonso I de Aragón fuera co-soberano junto a su hija, pero, en cualquier caso, la unión de las Coronas de León y Aragón fue efímera debido a las desavenencias conyugales existentes entre la madre y el padrastro del futuro Alfonso VII. No es éste asunto para tomarse a broma, porque, aunque hubo reconciliaciones, estas peleas maritales degeneraron en constantes batallas.

Mientras tanto, Urraca, siguiendo la ancestral costumbre leonesa, delegó el gobierno de Galicia en su hijo. Diego Gelmírez, obispo de Santiago, junto a varios nobles gallegos y leoneses opuestos al aragonés Alfonso I, y molestos con la pusilanimidad mostrada por Urraca, coronaron rey en Galicia en 1111 al todavía tierno infante Alfonso Raimúndez, y a continuación se dirigieron a León para entronizarlo. Sin embargo, Alfonso I no se quedó de brazos cruzados, y reuniendo un gran ejército de aragoneses y castellanos, les salió al encuentro y les venció en Villadangos.


Alfonso Raimúndez, rey


Las desavenencias entre Urraca y su marido continuaron durante muchos años, pero a ellas hubo que sumar las que surgieron entre la soberana y su hijo, con quien tuvo que compartir el reino por presiones de una parte de la nobleza. Cuando ella muere, en el año 1126, queda como único sucesor su hijo Alfonso Raimúndez, de 21 años, y que hoy en día es conocido como Alfonso VII. Éste recibió la corona ese mismo año en la ciudad de León.
Resulta curiosa la costumbre decimonónica de muchos historiadores de aprovechar la entronización de Alfonso VII para señalar el comienzo de la por ellos denominada “Dinastía Borgoñona”. En realidad no hubo tal cambio: la línea sucesoria en este caso estuvo marcada por la madre, y no por el padre. Lo mismo podría decirse del anterior “cambio de dinastía” en el Reino de León: cuando Fernando I, conde de Castilla de origen navarro, accedió al solio regio en 1037, en realidad lo hizo en virtud de su matrimonio con Sancha, quien era la auténtica heredera del reino, por lo que es incorrecto (y extremadamente machista) decir que en ese momento comienza la “Dinastía Navarra”. Por lo tanto, podría afirmarse que no hubo ningún cambio de dinastía en el Reino leonés, y sin duda así lo percibieron los contemporáneos.
Este rey tuvo unos comienzos realmente difíciles, ya que la parte de la nobleza que más simpatizaba con Alfonso I de Aragón se le opuso con firmeza. Tras sofocar las principales rebeliones, se enfrentó directamente con su padrastro aragonés por los territorios de la Castilla oriental que éste se había apropiado, consiguiendo que la ciudad de Burgos volviera a la órbita leonesa el 1 de mayo de 1127. A comienzos del año siguiente Alfonso VII contrajo matrimonio en León con Berenguela, hija del conde barcelonés Ramón Berenguer III.


Alfonso VII, emperador

Una vez apaciguado el reino, y neutralizada la amenaza aragonesa, el rey de León se embarcó en una exitosa serie de campañas contra los musulmanes almorávides. Tuvo tanta fortuna, que pronto se hizo evidente para todos que León se estaba haciendo de nuevo con la preponderancia militar y política en el solar hispano. La estrepitosa derrota de Alfonso I “El Batallador” en Fraga frente a los islamitas (1134) reforzó esta impresión. Además, este rey murió al poco tiempo, lo que fue aprovechado por Alfonso VII para recuperar los territorios de la Castilla oriental que aún continuaban bajo dominio aragonés. Por si fuera poco, el monarca leonés acudió en persona a la defensa de la ciudad de Zaragoza frente a los almorávides, y penetró en ella entre los vítores de los zaragozanos. Viendo que la coyuntura le era totalmente propicia, el 26 de mayo de 1135, día de Pentecostés, Alfonso Raimúndez fue coronado Emperador de Hispania en la catedral románica de León, y como tal fue reconocido por los demás reinos cristianos, por el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV (su cuñado), y por varios condes del sur de Francia. Pero poco después de este sonoro éxito, Alfonso VII de León tuvo que enfrentarse al díscolo condado de Portugal, que se convertiría en una espina clavada en el costado del Reino (ahora Imperio) leonés, hasta que llegó a proclamar su independencia en 1139. Fue reconocido como reino por el Emperador en el año1143.


Conquistas y política

Con Alfonso VII se amplió la frontera sur de León con la conquista de Ciudad Rodrigo y de Coria, lo que además sirvió para reforzar el límite occidental con el nuevo reino luso. Gracias a sus conquistas y a sus hábiles manejos políticos, el Emperador fue consiguiendo la desintegración del dominio almorávide en la Hispania musulmana. Así, en 1146 logró tomar Córdoba, y ya nada parecía capaz de detener el avance del rey leonés. Sin embargo, ese mismo año, los almohades (una nueva dinastía islámica del norte de África) irrumpieron en la Península, conquistando en poco tiempo y uno a uno los débiles reinos de taifas almorávides. Éstos, asustados por la invasión, no dudaron en solicitar urgentemente la ayuda de Alfonso. Por su parte, el emperador leonés tomó Almería en 1147, aunque podría considerarse que a partir de entonces comienza el declive de su reinado: Córdoba se entrega a los almohades en 1148, y Berenguela, su amada esposa, fallece en 1149 tras 21 años de matrimonio. A pesar de sus intentos, Alfonso no logró retomar Córdoba, y también fracasó en conquistar Jaén. En 1152 contrajo matrimonio con Doña Rica, hija del conde Ladislao III de Polonia. En 1155, sin que conozcamos bien los motivos, el Emperador divide oficialmente sus dominios entre sus dos hijos de una forma bastante equitativa: a Sancho, el mayor, le correspondería la Corona de Castilla (que incluía los reinos de Castilla y de Toledo), y a Fernando, la de León (Reinos de Galicia, Asturias, León y, en un alarde de optimismo, Portugal, además de los territorios de la Extremadura Leonesa).

En cuanto a su política matrimonial, Alfonso VII casó a su hija Constanza con Luis VII de Francia en 1152, y en 1153 unió a la infanta Sancha con su vasallo Sancho VI de Navarra. En 1155 obtuvo sus últimas victorias tomando Andújar, Pedroche y Santa Eufemia, pero en 1157 fue incapaz de retener las plazas de Baeza y Úbeda, y finalmente también perdió Almería. Atribulado por tamaña desgracia, Alfonso murió poco después cuando regresaba de la campaña, a la edad de 52 años. Dado que trasladarlo a la ciudad de León era prácticamente imposible debido a la distancia y a la época del año, el Emperador fue enterrado en Toledo.


Algunas reflexiones finales

Como hemos visto, los 31 años de reinado de Alfonso VII dieron mucho de sí. Es uno de los reyes leoneses de quien conocemos más datos gracias a la Chronica Adefonsi Imperatoris (Crónica del Emperador Alfonso), que fue escrita en su misma época por un autor desconocido, aunque sin duda era de origen eclesiástico y debía gozar de una posición muy cercana al monarca. En esta crónica, Alfonso Raimúndez recibe la denominación “Rey de León” en 42 ocasiones, siendo residuales las referencias a otros títulos como “Emperador de León y Toledo” (dos veces), o “Rey de los Hispanos” (una). Sin embargo, en ningún momento es llamado “Rey de Castilla” ni mucho menos “Rey de Castilla y León”. Llamo la atención sobre este hecho (que se repite en la documentación) porque hoy en día es raro encontrarse con una enciclopedia, libro de texto o incluso monografía de tema histórico donde no se le llame en exclusiva con alguna de las dos últimas y anacrónicas titulaciones. Esta aberración es producto de una historiografía dominada por el castellanismo que se arrastra más o menos desde la época de Alfonso X y sus tergiversadas y manipuladas Crónicas. En esta misma línea se podrían incluir casi todos los antihistóricos cantares de gesta castellanos (sobre todo los del ciclo del Cid); a pesar de ser principalmente fantasiosas obras de literatura, y a pesar de contar con múltiples errores cronológicos, de identificación de personajes, anacronismos, etc. fueron utilizados por el Rey Sabio como materia prima de sus mencionadas Crónicas, vendiendo una Historia castellanocéntrica al servicio de su dinastía. Por desgracia estas Crónicas, al estar redactadas en castellano, han sido utilizadas hasta la saciedad por los historiadores desde el siglo XIII hasta nuestros días, mientras que por el camino se han ido olvidando convenientemente del resto de las crónicas que no cuadraban con él, y que parten con el inconveniente de estar escritas en latín.

La “leonesidad” de Alfonso VII queda patente en multitud de detalles:

·Gran parte de sus monedas llevan incisa la figura de uno o varios leones y el nombre de la ciudad de León.

·Se coronó dos veces en León: una como rey, y otra como emperador.

·Los actos importantes para la monarquía (bodas, funerales, etc.) casi siempre tuvieron lugar en León, a pesar del enorme prestigio de Toledo.

Y ello sin restar importancia al resto de los reinos de la Corona, porque si por algo se caracterizó la monarquía leonesa fue por su respeto a las particularidades e idiosincrasia de cada uno de ellos.

Monedas de Alfonso VII

Podéis ver una foto de cómo quedó el artículo en el periódico en la sección "Imágenes" de mis telares.